Chile al Borde: ¿Es Hora de una Reforma Política Radical?
Chile se enfrenta a un momento crucial. Más allá de simples ajustes, el sistema político y electoral clama por una reforma profunda. No se trata solo de tecnicismos, sino de salvaguardar la calidad de nuestra democracia, la eficacia de las políticas y la legitimidad de quienes nos representan. ¿Estamos listos para un cambio real?
La restricción a la reelección, nacida del descontento ciudadano, ha tenido efectos inesperados. Limitar la experiencia de los parlamentarios debilita su capacidad técnica y deliberativa. En la política actual, la profesionalización es clave: necesitamos figuras públicas con experiencia, que entiendan las leyes y asuman responsabilidades a largo plazo. No buscamos élites inamovibles, sino reconocer el valor de la experiencia en la democracia. La prohibición de reelección debería reservarse para aquellos que abusen de la confianza pública.
Además, el voto obligatorio necesita un impulso. Su poder igualador es innegable. Debilitar su obligatoriedad socava la representación y la legitimidad del sistema. La experiencia entre 2012 y 2022, con el voto voluntario, demostró que este modelo aumenta la brecha socioeconómica entre los votantes y limita la inclusión democrática. Una participación amplia es esencial para una democracia fuerte.
El auge del “independentismo estratégico” también es preocupante. Muchas candidaturas independientes son, en realidad, una forma de evitar la competencia interna en los partidos. Para fortalecer el sistema representativo, debemos reducir los incentivos a la personalización de la política y fomentar partidos con estructuras democráticas sólidas y procesos transparentes.
La reciente aprobación en el Senado del umbral del 5% para acceder al Congreso es un paso adelante. Obliga a los partidos a construir proyectos con visión nacional y a consolidar su presencia territorial, reduciendo la fragmentación que ha afectado la gobernabilidad.
Finalmente, la justicia territorial es fundamental. Reducir el tamaño de los distritos y revisar sus límites periódicamente es crucial para evitar la sobrerrepresentación o subrepresentación de ciertos sectores. Explorar fórmulas mixtas, que combinen representación proporcional en áreas densas con mecanismos mayoritarios en zonas menos urbanizadas, es una idea que merece un debate serio.
Esta reforma no puede esperar más. Los partidos políticos, aunque con baja confianza pública, son pilares de la democracia. Fortalecerlos es vital para canalizar las demandas ciudadanas, garantizar una representación efectiva y asegurar una gobernabilidad coherente.
Se necesita decisión, visión a largo plazo y valentía política. El tiempo apremia. El futuro de nuestra República está en juego.
*La autora de esta columna es coordinadora legal de Clapes UC.
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