La Peligrosa Adaptación: Cuando la Indignación se Vuelve Silencio
Nos adaptamos a todo, reza el dicho popular. Una capacidad humana asombrosa que nos permite navegar la vida. Pero, ¿qué ocurre cuando esa adaptación se extiende a lo inaceptable? ¿Cuándo la negligencia, la irresponsabilidad y el doble estándar se convierten en la “nueva normalidad”?
Lamentablemente, estamos peligrosamente cerca de ese punto. La violencia intrafamiliar, antes tolerada, hoy es reprobada. Pero la negligencia en la política, en la gestión de lo que es de todos, sigue siendo terreno fértil para la adaptación perversa. Un error en la regla fiscal, un gas a precio “justo” que resulta un escándalo, se minimizan como simples anécdotas.
Esta semana, un subsecretario de Pesca entregó información falsa al Congreso, un hecho grave que impacta directamente en una ley crucial. En cualquier sociedad sana, esto desataría una ola de indignación. Se exigirían responsabilidades, renuncias, correcciones urgentes. Pero, seamos honestos, ¿alguien espera que esto suceda?
El Presidente, ¿pedirá la renuncia? Probablemente no. El ministro a cargo, ¿lo respaldará? Seguramente sí. ¿Se repararán los daños causados a miles de trabajadores y sus familias? No contemos con ello. La impunidad se ha convertido en una costumbre, un rasgo distintivo de nuestra política. El populismo, la chapucería y el doble estándar se perciben como inevitables, como un “hecho de la naturaleza”.
Pero ninguna democracia puede sobrevivir a esta erosión constante. La legitimidad de un sistema político se desvanece cuando la impunidad se impone y la desconexión con los ciudadanos se vuelve crónica. Necesitamos “desadaptados”, personas que se nieguen a aceptar lo inaceptable, que levanten la voz contra la injusticia y la irresponsabilidad. Solo así podremos recuperar la indignación necesaria para construir un futuro mejor. Porque el silencio, ante la negligencia, es la peor de las adaptaciones.
*Por Gonzalo Cordero, abogado*
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