El Cónclave de 1878: Asciende al Trono Papal un Nuevo León
Tras el extenso reinado de 31 años de Pío IX, figura que incluso caminó por tierras chilenas en su juventud, la Iglesia Católica se enfrentó a un momento crucial: la elección de un nuevo líder. El cónclave de 1878, un proceso rápido y decisivo, culminó el frío 20 de febrero con la señal inequívoca de humo blanco, anunciando al mundo la llegada de un nuevo pontífice.
El elegido fue el Cardenal Gioacchino Pecci, proveniente de la pintoresca Carpineto Romano, en las cercanías de Roma. Este nuevo obispo de la Ciudad Eterna adoptó el nombre de León XIII, marcando el inicio de una era que resonaría en la Iglesia y en el mundo.
El prestigioso New York Times, en su edición del 21 de febrero de 1878, capturó la magnitud del acontecimiento, describiendo al Cardenal Pecci, hasta entonces Arzobispo de Perugia y Camarlengo de la Corte Papal, como el nuevo Papa y Cabeza de la Iglesia Católica Romana. El periódico destacó sus orígenes en los Estados Pontificios, nacido en Carpineto el 2 de marzo de 1810.
Más allá de los datos biográficos, el diario estadounidense profundizó en la trayectoria de Pecci, reconociendo que, hasta ese momento, su figura no había sido tan prominente en los concilios de la Iglesia como para merecer una atención detallada en publicaciones seculares.
La experiencia de León XIII en la curia vaticana, especialmente su designación como Camarlengo por Pío IX, fue un factor clave. Su labor se había desarrollado principalmente dentro de su sede, manteniéndose alejado de Roma debido a influencias adversas en la Corte Papal, hasta su repentino llamado al puesto de Camarlengo.
Miembro de una antigua familia patricia, Giovacchino Pecci se dedicó al sacerdocio desde joven. Su talento pronto llamó la atención del Papa Gregorio XVI, quien lo nombró prelado de su casa y lo empleó como Rector privado, según relató el NYT, que también resaltó su gestión como delegado en Benevento, una localidad que entonces formaba parte de los Estados Pontificios. Su éxito en esta misión lo llevó a ser delegado en Spoleto y Perugia, donde demostró una notable habilidad para la administración y la aplicación de leyes, logrando frenar el bandidaje y capturar a numerosos delincuentes. A los 33 años ya era obispo de Perugia.
Como obispo, Pecci dejó una huella imborrable. Su administración cuidadosa y su cercanía con la gente lo hicieron querido por todos. Su vida sencilla y ejemplar no dio lugar a escándalos, consolidando su reputación como un líder íntegro.
León XIII: El Papa de la Innovación y la Justicia Social
Con una visión clara de la importancia del conocimiento, León XIII fundó un nuevo instituto en Roma dedicado al estudio de la Filosofía y la Teología, además de centros de estudio de las Escrituras y un observatorio astronómico. En un gesto sin precedentes, abrió los Archivos del Vaticano a los investigadores, fomentando el acceso al conocimiento histórico. Su pontificado coincidió con una época de grandes transformaciones, marcada por la Unificación Italiana y la Guerra Franco-Prusiana.
En el contexto de la segunda Revolución Industrial, León XIII se enfrentó a la creciente “cuestión social”, es decir, las difíciles condiciones de vida de los trabajadores de las fábricas. Ante el auge del socialismo científico de Karl Marx, la Iglesia, inicialmente reacia a involucrarse en la política, reconsideró su postura.
Como señaló Eric Hobsbawm en *La era del imperio*, León XIII reconoció la necesidad de alejar a las clases trabajadoras de la revolución atea socialista y de velar por el bienestar de los campesinos. Por ello, apoyó el creciente interés de los católicos por la política social.
Este cambio de enfoque culminó con la publicación de la encíclica *Rerum Novarum* (“De las cosas nuevas”), la obra magna del pontificado de León XIII. En ella, sentó las bases de la Doctrina Social de la Iglesia, buscando un camino intermedio entre el capitalismo y el socialismo. La encíclica defendía el derecho laboral a formar sindicatos, preferentemente católicos, pero también reafirmaba el derecho a la propiedad privada como un derecho natural.
León XIII abogó por la justicia social, condenando la degradación de las condiciones de vida de los trabajadores y exigiendo que se respetara su dignidad humana y su carácter cristiano.
La *Rerum Novarum* tuvo un impacto profundo en la política de la época y en el desarrollo posterior de la Doctrina Social de la Iglesia. Sirvió de base para la creación de sindicatos obreros católicos y para la promoción de iniciativas sociales inspiradas en los principios del catolicismo.
Tras 25 años de pontificado, León XIII falleció el 20 de julio de 1903, dejando un legado imborrable en la Iglesia Católica. Su visión innovadora y su compromiso con la justicia social transformaron la Iglesia, inspirando a generaciones de líderes religiosos y sociales. Su huella es tan profunda que el cardenal Robert Prevost tomó el nombre de León XIV en su honor, asumiendo el liderazgo de la Iglesia en un momento también “difícil y complejo” de la historia, tal como lo describió el decano del Colegio Cardenalicio, Giovanni Battista Re.
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