Iquique: ¿Traición dejó solos a Prat y Condell?

La Arriesgada Gambeta de Chile en la Guerra del Pacífico: Un Plan que Salió Horriblemente Mal

El año era 1879, y la Guerra del Pacífico rugía. La Armada de Chile, con una audacia que rayaba en la temeridad, planeó un golpe maestro: atacar la mismísima base naval peruana en El Callao. El objetivo, ambicioso y claro: aniquilar la flota enemiga y obtener el control absoluto del Pacífico de un solo tajo. ¿La mente maestra detrás de este plan? El Almirante Juan Williams Rebolledo, Comandante en Jefe de la Armada chilena.

El plan era simple en su concepción, pero complejo en su ejecución. El 16 de mayo de 1879, la escuadra chilena, que mantenía bloqueado el puerto de Iquique, recibió la orden de zarpar hacia El Callao, el principal puerto peruano. La idea era sorprender a los buques de guerra peruanos en su propio muelle, un ataque relámpago que, de tener éxito, cambiaría el curso de la guerra.

Para evitar levantar sospechas, la flota se dividió en dos grupos. El primero, zarpó el 16 de mayo con el blindado Cochrane, las corbetas O’Higgins y Abtao, y el transporte de carbón Matías. El segundo, al día siguiente, con el blindado Blanco Encalada y la cañonera Magallanes. El punto de encuentro: un lugar secreto en alta mar, un *rendez-vous* que marcaría el inicio de la audaz misión. En Iquique, quedaron solo la corbeta Esmeralda, al mando del Capitán Arturo Prat, la goleta Covadonga, liderada por Carlos Condell, y el transporte Lamar, manteniendo el bloqueo.

Pero, como suele suceder en la guerra, los planes mejor trazados pueden desmoronarse. La audaz incursión de Williams Rebolledo al Callao no fue una idea original. Chile ya tenía antecedentes de ataques sorpresivos a puertos peruanos, como el golpe de Victorino Garrido en 1836, que capturó tres barcos peruanos y contribuyó al inicio de la Guerra contra la Confederación Perú-Boliviana. También, en 1838, una división chilena desembarcó en Ancón, evidenciando la vulnerabilidad de la costa peruana.

La decisión de atacar El Callao se gestó tras la declaración de guerra de Bolivia a Chile el 1 de marzo, y de Chile a Perú el 2 de abril de 1879. El gobierno de Aníbal Pinto, con el apoyo de Belisario Prats y Rafael Sotomayor, vio en el ataque una oportunidad de asestar un golpe decisivo. Según el historiador Gonzalo Bulnes, el plan era “atacar los buques peruanos sorpresivamente o a lo menos encerrarlos en sus fondeaderos, e inmediatamente después lanzar una división de 4 a 5.000 soldados sobre Iquique”. Además, las informaciones sobre el estado de la flota peruana eran alentadoras, con buques en reparación y artilleros inexpertos.

Sin embargo, Williams Rebolledo tenía sus dudas. Alegaba falta de recursos, carbón y hombres entrenados. En lugar del ataque directo, propuso bloquear Iquique, forzando a la armada peruana a salir a defender su territorio, donde él planeaba derrotarla en un combate naval. El gobierno, cediendo a sus reparos, aceptó su plan. La Escuadra zarpó hacia Iquique el 3 de abril, con buques como el Blanco Encalada, Cochrane, Chacabuco, O’Higgins, Esmeralda y Magallanes.

Pero las ambiciones de Williams Rebolledo iban más allá de la estrategia militar. Según el historiador Rafael Mellafe, el almirante aspiraba a la presidencia en 1881 y buscaba laureles en la guerra para impulsar su candidatura, enfrentándose a un rival formidable: Rafael Sotomayor.

Mientras tanto, el bloqueo de Iquique no daba los resultados esperados. Transportes peruanos burlaban el bloqueo, llevando refuerzos y suministros. Williams Rebolledo, justificándose por la falta de carbón, no actuaba. La prensa chilena y el gobierno expresaban su descontento. Sotomayor, impaciente, envió a Arturo Prat de vuelta a Valparaíso para traer la Covadonga y presionar al gobierno por transportes rápidos.

En medio de la frustración por el bloqueo ineficaz, el Presidente Pinto dio un giro al gabinete. El nuevo ministro del Interior, Antonio Varas, comenzó a considerar un desembarco de tropas en Iquique para tomar la provincia de Tarapacá. Fue entonces cuando Williams Rebolledo, impulsado por la información de un capitán de la Pacific Sea Company sobre las reparaciones del *Huáscar* y la *Independencia* en El Callao, decidió lanzar su audaz expedición.

Antes de partir, Williams hizo cambios en los mandos, dejando a Prat al mando de la Esmeralda y a Condell en la Covadonga. ¿Por qué? Mellafe sugiere que Williams desconfiaba de Prat, posiblemente por su doble condición de oficial naval y abogado, y por haber defendido a su primo Luis Uribe en un juicio contra la Armada. Condell, por su parte, era visto como indisciplinado y errático. Thomson, ahijado político de Williams, lo acompañaría en la expedición. Otra teoría, según Gonzalo Bulnes, era que la Esmeralda y la Covadonga se quedaron en Iquique por el mal estado de sus máquinas.

Pero el error fatal de Williams fue partir hacia El Callao sin informar al gobierno. Este acto de insubordinación pudo haber tenido consecuencias desastrosas para Chile. Mientras tanto, la escuadra peruana zarpó hacia el sur, rumbo a Arica, llevando al mismísimo Presidente Mariano Ignacio Prado. Por una ironía del destino, ambas flotas se cruzaron en alta mar, sin avistarse.

Para colmo de males, el buque de carbón Matías se extravió, pero Williams decidió continuar sin él. Al llegar a El Callao, la flota peruana no estaba. Un pescador italiano les informó que habían zarpado hacia el sur. Sin combustible y con el Abtao navegando a remolque, la escuadra chilena regresó a Iquique, solo para enterarse de la tragedia: el hundimiento de la Esmeralda y el triunfo de Condell en Punta Gruesa. La audaz gambeta de Williams Rebolledo había terminado en un estrepitoso fracaso.

La prensa chilena destrozó a Williams, criticando su decisión de dejar desprotegido Iquique. La captura del transporte Rímac por el *Huáscar*, con el regimiento Carabineros de Yungay a bordo, fue la gota que colmó el vaso. Williams se vio obligado a renunciar, dejando el mando a Galvarino Riveros, quien finalmente capturaría al *Huáscar* en Angamos, consolidando el dominio marítimo chileno. Las aspiraciones presidenciales de Williams se esfumaron, mientras que Sotomayor también fallecería antes de poder postularse. El precio de una ambición desmedida y una estrategia fallida.

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