Invierno Demográfico: ¿Amenaza al Bienestar Social?

¿Se avecina un “invierno demográfico” en Chile? El debate sobre el futuro de nuestra población

La posible crisis demográfica que enfrenta Chile vuelve a estar en el centro del debate nacional. Las alarmas se encienden, especialmente desde sectores preocupados por el impacto económico y la sostenibilidad del estado de bienestar ante la disminución de la población activa. Se habla incluso de un inminente “invierno demográfico”, donde la falta de nacimientos comprometería el futuro económico del país.

Desde la esfera política, se argumenta que esta crisis es el resultado de un entorno desfavorable para formar y criar familias en Chile. La dificultad para conciliar trabajo y familia, sumada a la falta de acceso garantizado a servicios esenciales como cuidado infantil, educación y salud, disuade a muchas parejas de planificar un embarazo.

Sin embargo, ambas perspectivas corren el riesgo de reducir a los hijos a meros instrumentos, ya sea para sostener la economía o para justificar políticas públicas.

Es crucial abordar este desafío desde una perspectiva más amplia, que considere la naturaleza humana como racional y comunitaria. Necesitamos un enfoque que trascienda el economicismo y el individualismo, y que se centre en un humanismo comunitario.

Como señala A. MacIntyre, los bienes de la vida familiar se alcanzan en conjunto con los bienes de la comunidad. La familia, elemento fundamental e indispensable de la comunidad, requiere el ejercicio de virtudes como el reconocimiento de la dependencia mutua. La relación entre padres e hijos, el cuidado de los ancianos o el apoyo a personas con discapacidad son ejemplos de vínculos que se sustentan en valores distintos a la autonomía individualista. La ética comunitaria nos recuerda que es en la comunidad donde se resuelve la tensión entre autonomía y dependencia, permitiendo el florecimiento humano en la familia. Esa pareja que sueña con traer hijos al mundo, con incertidumbre o certeza, necesita una cultura receptiva a la nueva vida, que abra espacio a más comensales en la mesa.

Por Soledad Alvear, abogada.

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