El Sistema de Admisión Escolar (SAE) en Chile: 10 Años de Luces y Sombras
El Sistema de Admisión Escolar (SAE) cumple una década en Chile, marcando un hito en la forma en que los estudiantes acceden a los colegios. Implementado para combatir la opacidad y la desigualdad en la admisión, el SAE ha logrado transparentar el proceso y distribuir cupos de manera más justa. Sin embargo, la controversia ha sido una constante, reflejando las diversas visiones sobre la justicia educativa. ¿Ha cumplido realmente su promesa?
Si bien el SAE ha permitido que, en promedio, más de la mitad de las familias obtengan su primera preferencia (llegando al 80% en prekínder), la realidad es más compleja. Un porcentaje significativo de estudiantes de alto rendimiento no logra ingresar a su colegio deseado, generando frustración y cuestionamientos sobre el rol del mérito. Asimismo, persisten reclamos sobre la necesidad de priorizar a estudiantes con necesidades educativas especiales (NEE) o en situación de vulnerabilidad, quienes aún enfrentan barreras. El SAE, en esencia, ha revelado que los criterios de justicia son inherentemente disputables.
Ante este panorama, la Mesa del SAE se ha dedicado a escuchar y procesar las inquietudes, proponiendo una serie de ajustes para recalibrar el sistema. La propuesta se centra en 10 dimensiones clave, buscando favorecer a los estudiantes más desaventajados. Entre las medidas, se incluyen nuevos criterios de prioridad obligatorios para estudiantes con NEE y en revinculación, la corrección del criterio de hermanos y la ampliación de cupos para estudiantes prioritarios. También se busca reconocer el mérito, mejorando las opciones para estudiantes de alto rendimiento en liceos exigentes.
Además, la Mesa del SAE propone fortalecer la participación de los sostenedores y directores, otorgándoles mayor autonomía en la toma de decisiones y en la gestión de casos especiales. Estas medidas buscan equilibrar las expectativas de las familias y las comunidades educativas, reconociendo que en una sociedad democrática, ningún valor puede ser absoluto.
En definitiva, el futuro del SAE está en manos del Parlamento, que deberá discernir sobre un ajuste final que maximice el bienestar general y consolide un sistema de admisión más justo y equitativo para todos los estudiantes de Chile. La controversia en torno al SAE no es un fracaso, sino un reflejo de la vitalidad del debate sobre la justicia educativa.
*Por Alejandro Carrasco, decano Facultad de Educación UC, e investigador Centro de Justicia Educacional UC*
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