Chile al Límite: ¿Se Desmorona el Orden Social?
Un cementerio convertido en pista de baile, una estación intermodal en zona de guerra, y el comercio ilegal desbordando las calles de Santiago. ¿Escenas aisladas o síntomas de una crisis profunda? La pregunta resuena con fuerza en un Chile que parece tambalearse al borde del precipicio.
Hace unos días, el Parque El Manantial de Maipú fue profanado por una fiesta desenfrenada: parrillas humeantes entre las tumbas, música a todo volumen y bailes irreverentes sobre las lápidas. Paralelamente, la estación intermodal de La Cisterna se convirtió en un violento campo de batalla durante un operativo contra el comercio informal, con “mafias organizadas” alterando la paz y la seguridad de los pasajeros. Y como si fuera poco, el comercio ilegal se expande sin control en Santiago, ofreciendo desde almuerzos hasta alcohol sin regulación alguna, invadiendo aceras y espacios públicos.
¿Estamos ante eventos aislados? Imposible ignorar la conexión. Como en “El Señor de las Moscas” de Golding, la erosión de las normas desata instintos primitivos, transformando pequeñas transgresiones en un caos generalizado. Las incivilidades cotidianas, lejos de ser triviales, socavan el respeto por la ley, la cohesión social y la legitimidad de las instituciones.
La complejidad de factores económicos y sociales es innegable. Sin embargo, la permisividad ante la violencia, la relativización de las normas y el debilitamiento de la autoridad, especialmente desde la izquierda, han exacerbado esta situación. Una cultura de impunidad, la trivialización de la ley y la deslegitimación de las instituciones han allanado el camino hacia el desorden.
No sorprende la caída en la confianza en la democracia, reflejada en la Encuesta CEP, ni el clamor ciudadano por el respeto a la autoridad (80% según la misma encuesta). La fiesta en el cementerio, los disturbios en La Cisterna y el caos del comercio ilegal son señales inequívocas de un problema profundo.
La derecha, ante este panorama, podría verse tentada a buscar soluciones fáciles y populistas. Pero el camino hacia la estabilidad no reside en medidas estridentes, sino en abordar las raíces del problema. El orden, la legalidad y el Estado de Derecho son pilares fundamentales, que exigen respuestas firmes, priorizaciones claras, pero también una visión a largo plazo. La educación ciudadana es crucial. Las soluciones superficiales son efímeras.
Por María José Naudon, abogada.
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