¿Desconexión generacional o crisis de ideas? La sociedad actual se debate entre extremos. Desde la incomprensión entre generaciones hasta la polarización en redes sociales, la desconexión parece ser la norma. Un reciente incidente en Puente Alto, donde estudiantes recurrieron a la violencia por rivalidades amorosas, es solo un síntoma de un problema más profundo. ¿Hemos perdido la capacidad de dialogar y entender al otro?
En un mundo donde las “ideas” se lanzan como eslóganes, la reflexión se vuelve un bien escaso. Muchos se aferran a consignas vacías, repitiendo lugares comunes sin analizar el trasfondo. ¿Importa realmente la originalidad de las ideas o la predisposición a comprender los intereses y la razón detrás de ellas? El peligro radica en llevar las ideas al extremo, ignorando las consecuencias. El anti-intelectualismo rampante nos aleja del debate serio, prefiriendo soluciones simplistas dignas de un “consejo de autoayuda”. El auge de figuras como Trump, con su acción impulsiva y carente de reflexión, es un claro ejemplo de este fenómeno.
La crisis también se manifiesta en el ámbito legal. Abogados, supuestos defensores de la justicia y el debate racional, parecen sucumbir a la misma lógica. El autor señala el controversial caso de abogados que obviaron normas constitucionales explícitas en la compra de la casa de Allende, priorizando la consecución de objetivos por encima del análisis y la deliberación. ¿Se ha convertido el derecho en un simple “fiat”, una herramienta para imponer la voluntad? ¿Por qué nadie se atreve a cuestionar estas acciones? ¿Es por ineptitud servil o, como diría Karl Popper, porque “ningún argumento racional tendrá un efecto racional en una persona que no quiera adoptar una actitud racional”?
Por Alfredo Jocelyn-Holt, historiador
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