¿Te Jubiló el Mercado? El Edadismo Silencia la Experiencia en Chile
“Nos jubiló el mercado”. Esta cruda frase resume la realidad que enfrentan miles de trabajadores chilenos mayores de 50 años, marginados del mundo laboral por un prejuicio silencioso pero devastador: el edadismo. No se trata de falta de habilidades, sino de una creencia errónea que equipara la edad con la ineficiencia. ¿Estamos desperdiciando un talento valioso?
Con una población que envejece a pasos agigantados y una tasa de natalidad en picada (1,16 hijos por mujer), el edadismo laboral se ha convertido en un serio obstáculo para el crecimiento económico y el bienestar social de Chile. El Censo 2024 revela un dato alarmante: los hogares compuestos exclusivamente por mayores de 65 años se han triplicado en las últimas tres décadas. Para 2050, se estima que este grupo representará el 30% de la población total. El problema es innegable.
La ironía es palpable: mientras la esperanza de vida se extiende hasta los 81 años, las estructuras laborales y previsionales del país permanecen ancladas en un modelo obsoleto que asocia envejecimiento con obsolescencia. Vivimos una contradicción estructural: la vida se alarga, pero la carrera profesional se acorta drásticamente. ¿Cómo podemos romper este círculo vicioso?
El edadismo laboral no solo es injusto, sino también increíblemente ineficiente. Un estudio del centro Iseak demostró que, al comparar perfiles idénticos en LinkedIn (uno de 35 y otro de 50 años), los reclutadores muestran el doble de interés en el candidato más joven, ¡a pesar de tener las mismas cualificaciones! Este sesgo no solo es discriminatorio, sino que también representa una pérdida económica para las empresas que ignoran el potencial de los trabajadores experimentados.
La Ley 21.724, que obliga a los funcionarios públicos a retirarse a los 75 años, es un claro ejemplo de edadismo institucional en Chile. Aprobada sin el debate necesario, esta ley refuerza el mito de que la edad es sinónimo de bajo rendimiento. En un país con una población cada vez más envejecida, esta normativa va en contra de la necesidad urgente de aprovechar al máximo el talento y la experiencia de los trabajadores mayores.
Afortunadamente, no todos los países cometen este error. En el Reino Unido, Canadá, Nueva Zelanda y Australia, no existen edades obligatorias de jubilación para académicos ni funcionarios públicos, reconociendo la experiencia como un activo invaluable. Francia implementa políticas de contratación ciega, basadas en competencias y no en la edad. Japón, por su parte, ofrece programas de reinserción laboral para jubilados, reconociendo que la experiencia laboral es una fuente crucial de conocimiento y valor económico. ¿Qué podemos aprender de estos ejemplos?
Chile necesita urgentemente repensar su política laboral para adaptarse a las nuevas realidades demográficas. La solución no es la jubilación forzada, sino la creación de un mercado laboral inclusivo donde la experiencia y la juventud se complementen. Según un informe de CLAPES UC (Cifuentes, 2024), la participación laboral de los hombres de 50 a 59 años ha disminuido drásticamente, incluso por debajo de los niveles de hace 14 años. ¡Es hora de actuar!
Para enfrentar esta crisis demográfica, Chile debe desarrollar un marco legislativo y cultural que promueva la inclusión laboral de los mayores de 50 años. Esto implica medidas como la flexibilidad laboral, el reentrenamiento digital y los incentivos fiscales para las empresas que apuesten por el talento senior.
El futuro de Chile debe construirse sobre una fuerza laboral inclusiva y diversa, capaz de aprovechar el potencial de todas las generaciones. Valorar tanto la experiencia como la juventud no es solo una cuestión de justicia social, sino una estrategia fundamental para fortalecer la competitividad y el crecimiento económico. Chile no puede permitirse seguir perdiendo talento valioso debido al edadismo. El momento de cambiar es ahora.
*La autora de la columna es miembro de Clapes UC*
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