¿Promesas de orden o culto a la confusión? La derecha chilena bajo la lupa
La derecha chilena, en sus diversas facetas, ha centrado su discurso de los últimos años en criticar la gestión gubernamental actual, señalando errores y contradicciones. Esta estrategia les ha permitido presentarse como defensores del rigor y la disciplina, prometiendo soluciones efectivas para la criminalidad, la delincuencia, la corrupción y el estancamiento económico. Sin embargo, ¿son estas promesas realmente viables, o solo una fachada para ocultar sus propias falencias?
Un análisis retrospectivo revela que la derecha, tras el estallido social, no ha realizado una autocrítica profunda sobre sus propios errores. En lugar de aprender de sus fracasos pasados, parecen recurrir a una estrategia de “empatar” culpas, ignorando que sus propias deficiencias son evidentes.
Lo que se observa en el despliegue público de la derecha es una serie de contradicciones, desde lo más abstracto hasta lo más concreto. Prometen orden, pero internamente reina la confusión y las disputas internas.
Un ejemplo claro es la admiración que algunos sectores liberales y libertarios profesan hacia figuras internacionales como Trump. Su apoyo incondicional a políticas proteccionistas y a ataques contra la autonomía universitaria contradice sus propios principios liberales. El silencio ante las restricciones a la libertad de expresión y los recortes en ciencia, contrastan con su férrea defensa de la “cultura woke”, evidenciando una doble moral.
La derecha chilena ha aprovechado al máximo el caso de la Fundación Democracia Viva para denunciar la corrupción, pero son incapaces de abordar los casos que afectan a sus propias filas, tanto en gobiernos municipales como regionales. Los escándalos de corrupción que involucran a figuras de derecha son numerosos y no resisten la comparación con los casos ajenos.
La gestión en Santiago Centro también ha demostrado que restablecer el orden y combatir la delincuencia no es tan sencillo como se prometía en campaña. Esta experiencia podría repetirse a nivel nacional si la derecha vuelve al poder central y decepciona a una ciudadanía cada vez más impaciente. Sus discursos carecen de ideas nuevas y se limitan a repetir consignas sobre la delincuencia, la “permisología” y el modelo Bukele. La reciente polémica declaración de Evelyn Matthei sobre los crímenes de la dictadura solo añade más sombras a su propuesta.
En definitiva, la derecha chilena ofrece una combinación de críticas al gobierno actual, propuestas autoritarias y una nostalgia por la dictadura, lo que no garantiza un futuro prometedor. Un posible triunfo electoral podría ser efímero si no logran ofrecer la gobernabilidad necesaria en tiempos de incertidumbre.
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