CEP: ¿Sí o No?

Encuesta CEP: ¿Despertar para el Progresismo o Confirmación de un Desafío Mayor?

La reciente entrega de la encuesta CEP ha sacudido el tablero político, revelando datos que deberían resonar con fuerza en el oficialismo. Si bien es cierto que el estudio se realizó entre marzo y abril, un periodo ya lejano en la vertiginosa actualidad chilena, y que un alto porcentaje de encuestados (52%) aún no decide su voto, los resultados exigen un análisis profundo por parte del progresismo.

Lo más llamativo: el auge de figuras de derecha, especialmente aquellas que se identifican con el populismo radical, mostrando admiración por líderes como Bukele, Milei, Orban y Trump. Este fenómeno, sumado a la tendencia observada en otras encuestas (como Criteria) donde los votantes de derecha superan ampliamente a los de izquierda y centroizquierda, dibuja un panorama complejo para el futuro político.

Pero, ¿qué deben priorizar los políticos? La encuesta CEP señala un cambio en las prioridades ciudadanas. El “orden” y el “crecimiento” se consolidan como las principales demandas, escalando 20 puntos en la última década. Este dato es crucial: si el progresismo no articula una propuesta sólida en materia de seguridad, difícilmente podrá resaltar el valor de lo colectivo, un pilar fundamental de su proyecto.

El desafío es claro: reconectar con el sentido de comunidad, promoviendo la idea de que una sociedad individualista carece de bases sólidas. La encuesta revela una caída de 20 puntos en la importancia otorgada a la igualdad de oportunidades. El progresismo debe comunicar de manera efectiva que la igualdad de derechos es esencial para todos, no solo para los más vulnerables. Como afirma Margaret Levi, todos formamos “comunidades de destino” y enfrentamos desafíos globales que requieren soluciones colectivas, desde el cambio climático hasta la desinformación en redes sociales y la lucha contra el crimen organizado.

Sin embargo, la defensa de la solidaridad no será suficiente. El progresismo necesita demostrar convicción y presentar una narrativa coherente sobre la necesidad de restablecer el orden, una demanda apremiante expresada en la encuesta CEP y otros estudios.

La pregunta clave es: ¿cómo ofrecer una propuesta de seguridad creíble y efectiva? ¿Cómo contrarrestar la fascinación por soluciones autoritarias, admiradas por figuras políticas y una parte significativa de la ciudadanía?

La respuesta no reside en el populismo ni en el punitivismo. Se requiere un cambio profundo, superando la ambivalencia y ofreciendo soluciones concretas, aunque complejas. Si bien la prevención, la educación, la mejora de los espacios públicos y la reinserción son fundamentales a largo plazo, es necesario un plan robusto que responda a las urgencias del presente. Los avances legislativos y el aumento de presupuestos policiales son importantes, pero no suficientes.

El progresismo debe superar su aparente “complejo” con la seguridad, reconociéndola como un pilar fundamental para construir un futuro común. La encuesta CEP actúa como un espejo, revelando el punto ciego de su propuesta.

La reciente decisión del gobierno de restar urgencia al proyecto de ley sobre el uso de la fuerza (RUF) ejemplifica esta indecisión. Sin un marco claro para el actuar de las fuerzas del orden, se dificulta la colaboración de las Fuerzas Armadas en tareas de seguridad, una medida demandada incluso por alcaldes y gobernadores progresistas ante la creciente inseguridad en sus comunidades.

En definitiva, la encuesta CEP plantea una pregunta fundamental: ¿puede haber igualdad sin orden? La respuesta a esta interrogante definirá el futuro del progresismo en Chile.

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