El Legado de Andrés Pérez Araya: Un Nuevo Libro Revela Secretos del Teatro Chileno
En abril de 1991, el Estadio Chile se preparaba para una conmemoración especial: *Canto Libre*, una obra teatral en memoria de los asesinados durante la dictadura. Este evento, uno de los primeros actos oficiales de memoria tras el retorno a la democracia, estaba en manos del renombrado director Andrés Pérez Araya. Para la ocasión, Pérez convocó a estudiantes de teatro para recitar un poema de Nicanor Parra.
Entre esos jóvenes se encontraba Sebastián Vila. En un ensayo, Pérez interrumpió abruptamente y, con la intensidad de un examen, le preguntó: “¿Cuántos años tienes?”. Sorprendido, Vila respondió con un tímido “diecinueve”. La réplica de Pérez fue una directriz memorable: “Muy bien, mientras estés en el escenario, sé todo lo *diecinueveañero* que puedas”.
Este encuentro fortuito marcó el inicio de una relación que transformaría la carrera de Vila. Impresionado por su talento, Pérez lo integró a su compañía, Gran Circo Teatro. Inicialmente, Vila fue aprendiz en *Popol Vuh*, pero el destino le tenía reservada una oportunidad inesperada: reemplazar a Jaime McManus en *La Negra Ester* tras una lesión. Vila no solo cumplió, sino que se ganó un lugar como el segundo actor en encarnar a Roberto Parra, después de Boris Quercia.
Ahora, Sebastián Vila revive esos años formativos junto a Andrés Pérez en su libro *Actuar con Andrés Pérez. Memorias teatrales* (Editorial Cuneta), justo antes de la conmemoración del natalicio del director, el 11 de mayo de 1951.
“La idea surgió en pandemia”, explica Vila. Una lectura dramatizada con la actriz Daniela Ropert desató recuerdos y anécdotas que merecían ser compartidas. Así nació este libro, que explora la experiencia de Vila junto a Pérez en la década de los 90.
El libro se divide en dos partes. La primera narra la experiencia de Vila con Andrés Pérez. La segunda, más técnica, presenta entrevistas a cuatro directores de teatro influenciados por su metodología. Vila destaca la complejidad de equilibrar su relato personal con un análisis más profundo del legado de Pérez.
Andrés Pérez: El Chamán del Teatro y La Negra Ester
¿Cómo influyó Andrés Pérez en Vila? “Era un director que realmente sacaba cosas impensadas de uno como actor”, afirma Vila. “Lograba que uno entrara en una especie de trance actoral desde donde se producía la magia. Era medio chamán. Andrés trabajaba con la emoción como camino para encontrar al personaje”.
Vila también destaca la apertura de Pérez: “Era un director que no tenía ningún prejuicio. Vinieras de donde vinieras, él te daba la oportunidad si encontraba que estabas preparado para eso”. Esta filosofía quedó patente cuando le confió el papel protagónico de *La Negra Ester* a un joven aprendiz.
Esta decisión generó controversia dentro del grupo. La gira nacional de *La Negra Ester* requería nuevos talentos, y la elección de Vila no fue bien recibida por todos. “Alguien preguntó: ‘¿Pero por qué este cabro recién llegado va a hacer al Roberto si ni siquiera lo conocemos?’”. La respuesta de Pérez fue contundente: “Yo sí lo conozco”.
Tras obtener el rol, Vila se sumergió en el universo de la obra, comenzando los ensayos en la emblemática casona de Pérez en Bellavista. La aprobación de Rosa Ramírez, la actriz que interpretaba a La Negra Ester, fue fundamental. Pero faltaba la venia del mismísimo Roberto Parra.
El encuentro entre Vila y Parra fue un momento de gran tensión. “Sentí terror”, recuerda Vila. Sin embargo, Parra lo sorprendió con una lección inesperada: “‘Mire mijito, le voy enseñar a pelear a cuchillo, porque el Boris nunca supo cómo hacerlo'”.
Así comenzó la gira nacional de *La Negra Ester*, un viaje transformador para Vila. “Haber hecho *La Negra Ester* cuando apenas tenía 23 o 24 años sin duda que fue y será la experiencia más importante de mi vida como actor”.
¿Por qué *La Negra Ester* resonó tan profundamente en el público chileno? Vila explica que la obra capturó la identidad chilena de una manera auténtica, rescatando la memoria de la dinastía Parra y ofreciendo una historia de amor en un país que emergía de la oscuridad.
El Legado Imborrable de Andrés Pérez
Sebastián Vila recuerda su último encuentro con Andrés Pérez en 2001, durante una función de *Los ojos rotos*. La enfermedad del director era evidente. “Andrés estaba muy delgado, como si sus energías estuviesen agotadas”. Falleció poco después, dejando un vacío irremplazable en el teatro chileno.
Vila describe a Pérez como un hombre de inteligencia sobresaliente, una visión crítica y un espíritu gozador. “Se salía totalmente de las convenciones y eso lo hacía muy único y especial. También, era una persona muy gozadora. Le encantaba salir a carretear después de los ensayos”.
El legado de Andrés Pérez es innegable. “Fue un director que revolucionó la escena nacional al hacer un teatro que nunca se había visto”, afirma Vila. “Él siempre soñó con hacer un teatro popular que llegara a todo tipo de público. Un teatro fresco, vivo, festivo, pícaro, popular y muy chileno”.
Pérez también fue un importante gestor cultural, revitalizando espacios como el Cerro Santa Lucía y el Teatro Esmeralda. Su visión transformadora continúa inspirando a nuevas generaciones de artistas teatrales en Chile.
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