1984 en Chile: La Historia Oculta Tras la Traducción

Chile, 1984: Dictadura, protestas y el renacimiento de un clásico distópico

El año 1984 en Chile no fue precisamente un cuento de hadas. Bajo la sombra de la dictadura, la Alianza Democrática, un frente opositor, sacudía el país con paros nacionales que resonaban con fuerza. El 4 de septiembre, la represión cobró la vida del sacerdote francés André Jarlan, exacerbando aún más la tensión. Augusto Pinochet, confrontado con la realidad en Punta Arenas, escuchó el grito unánime: “¡Y va a caer!”. Un momento histórico conocido como el “Puntarenazo”. Pero 1984 también fue el año en que un libro, inquietantemente profético, encontró una nueva voz en Chile.

En marzo de ese año, las librerías chilenas recibieron una edición especial de *1984*, la obra maestra de George Orwell. Lo que la hacía única era su traducción, un proyecto 100% chileno. Tres jóvenes visionarios, la periodista estadounidense Lezak Shallat, el ingeniero industrial Fernando Bendt (quien más tarde destacaría en medios como La Época, Chilevisión y Megavisión) y el periodista Samuel Silva, invirtieron las noches de toque de queda de 1983 en traducir este clásico de la literatura política universal.

Originalmente publicada por la modesta editorial Ediciones Cerro Huelén, esta traducción quedó relegada al olvido con el tiempo. Ahora, gracias al esfuerzo de la editorial independiente La Pollera Ediciones, *1984* vuelve a las estanterías chilenas, lista para resonar con nuevas generaciones.

Samuel Silva recuerda aquellos tiempos en una entrevista: “Los tres éramos admiradores de *1984*, y no recuerdo a quién se le ocurrió la idea de traducir, no al español, sino al chileno. Averiguamos que los derechos de autor ya habían expirado, así que si lo traducíamos, podríamos publicarlo. Hablamos con Héctor Velis-Meza, dueño y editor de Ediciones Cerro Huelén, y él se entusiasmó y nos dijo que publicaría el libro”.

“Era 1983, con el país bajo dictadura, una grave crisis económica y las primeras protestas masivas contra el régimen de Pinochet. Vimos que el Chile de 1984 tenía muchas similitudes con Eurasia en *1984*, empezando por los lemas del país en la novela: La guerra es la paz, el odio es el amor, la ignorancia es la fuerza. Y lo publicaríamos en 1984. Perfecto”.

Simón Ergas, editor de La Pollera Ediciones, comenta: “El proyecto fue idea de Ignacio Álvarez. Se acercó a nosotros por los trabajos de traducción de clásicos que ya tenemos en el catálogo. Él conocía bien la edición por lo que cuenta en el prólogo: la leía en casa, con su familia, por ser la primera edición no censurada y también como una resistencia a la dictadura. Se cumplía un aniversario de esa publicación (2024) pero el proceso de edición fue un poco más engorroso de lo esperado: hubo que volver a transcribir el libro entero no desde un ejemplar, no desde un pdf, sino desde un escaneo de la edición antigua que al pasarlo a un OCR salía lleno de manchas propias de libros a los que les ha pasado mucho tiempo por encima”.

Silva rememora las intensas jornadas de traducción: “Trabajábamos una o dos noches a la semana durante muchos meses. Las protestas en Santiago habían traído el regreso del toque de queda, de modo que si nos quedábamos trabajando tarde, teníamos que seguir trabajando hasta la mañana siguiente. El control de los medios de comunicación por parte del gobierno era un eco de lo que vivían Winston y Julia, los protagonistas de *1984*”.

¿El mayor desafío? Según Silva, “Fue el uso por parte de Orwell de expresiones que en 1983 no eran políticamente aceptables. Recuerdo que un personaje de la novela tenía ‘thick Negroid lips’, gruesos labios negroides. Suavizar esa descripción que hacía Orwell era censurar, decíamos dos de los traductores, arguyendo que si hacíamos eso, estábamos cayendo en la odiada neolengua. La tercera traductora argumentaba que si Orwell hubiera escrito su novela en 1983, nunca habría usado esa racista descripción”.

Silva define la escritura de Orwell como “políticamente motivada, no especialmente preocupada del estilo o de un uso creativo del idioma. Lo que buscaba Orwell con *1984* era crear conciencia sobre la deriva autoritaria del mundo en la antesala de la Segunda Guerra Mundial, con Alemania, Rusia y España en manos de dictadores que impedían la libertad de expresión y de prensa, y que habían construido caricaturas de de las instituciones democráticas, como la separación e independencia de los tres poderes del Estado. En resumen la literatura de Orwell no atrae por la belleza de su lenguaje, como es el caso de Borges, Juan Rulfo o Alejo Carpentier en español, o F. Scott Fitzgerald en inglés. La literatura de Orwell es una literatura de ideas y una advertencia”.

El auge de las traducciones literarias hechas en Chile en los últimos años hace que este rescate sea particularmente relevante. Ergas destaca: “Creo que una de las razones por las que se han visibilizado más las traducciones chilenas es por la gran cantidad de editoriales que están trabajando. Piensa que en La Furia del Libro se inscriben alrededor de 260 o más. Es muchísimo. Y en los distintos géneros que trabajan se están realizando traducciones: infantil, grandes clásicos (incluso libros que nunca habían llegado al español). Hoy en día tenemos un par de editoriales que publican traducciones orientales. En la medida que los lectores confían en su trabajo, las editoriales van atreviéndose también a incursionar con traducciones de autores contemporáneos, toda una novedad”.

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